Tras el cristal: un cuento de Navidad

Cuento de navidad: Tras el Cristal

Aunque ya nadie lo recuerda y mucho han cambiado las costumbres, lo cierto es que el cuento de Navidad no siempre ha estado acompañado de historias alegres y llenas de esperanza, sino que durante mucho tiempo estuvo dominado por fantasmas y seres de la noche. Era primordialmente una historia de terror.

Como sabes, en invierno las noches son más largas y frías y el corazón se encoge. Antiguamente, junto a la vacilante y escasa luz de unas velas, la imaginación se retorcía y sacaba a luz todos nuestros miedos. Es quizás por esto que en muchos lugares, la Navidad, a tan solo unos días del solsticio, la noche más larga del año, convertía las reuniones familiares en un momento ideal para contar historias de terror.

Puede que ahora nos pueda resulte extraño, pero hasta el siglo XX el invierno era asociado con el misterio y lo fantasmagórico. Desde tiempos inmemoriales el invierno se ha relacionado con los muertos y el más allá, motivo por el cual muchas culturas paganas creían que en esta época del año las almas de los difuntos volvían a visitarnos. 

En el célebre Cuento de Navidad, de Charles Dickens, su protagonista, el avaro empresario Ebenezer Scrooge es vistado por tres fantasmas

Sobre esa base de creencias, la tradición del cuento de Navidad de terror o los llamados «cuentos de invierno» se instalaron en Inglaterra hace ya varios siglos. De hecho no tenemos constancia de hasta cuando se remonta, pero lo cierto es que ya había cuentos de terror mucho antes de que Shakespeare escribiera su famoso Cuento de invierno.

 

Uno de los ejemplos más populares de este género de historias de terror es el célebre Cuento de Navidad, de Charles Dickens, en el que su protagonista, el avaro empresario Ebenezer Scrooge es vistado por tres fantasmas que le hace recapacitar sobre su vida.

Obviamente los tiempos han cambiado: la luz inunda nuestras calles y casas, la comida atiborra nuestras despensas y el frío ya no nos asusta al abrigo de nuestras casas. Pero una parte de esa tradición narrativa ha perdurado hasta nuestros días y todavía encontramos algún relato escalofriante que nos hiela la sangre cada Navidad.

Hoy en Escapop queremos honrar esa tradición navideña con un cuento de Navidad inédito que hemos creado solo para ti. Esperamos que lo disfrutes.

Inspirado en nuestro juego de escape, el relato ocurre en una aislada cabaña en el bosque, el sitio perfecto para encontrarse con fantasmas en pleno invierno y quizás el menos adecuado para celebrar estas fiestas.

Tras el cristal

 

Era Nochebuena y la escarcha se pegaba tras el cristal de las ventanas de aquella pequeña cabaña escondida en lo más profundo del bosque. El aire estaba frío y afuera la nieve caía suavemente. El único sonido era el ulular de un búho en la distancia.

Liam, su esposa y sus dos hijos habían venido a celebrar las fiestas. Ya no podían recordar de quién había sido la idea, pero les encantaba la posibilidad de disfrutar de unas Navidades tranquilas, aislados del ruido y de las agitaciones de la ciudad. El olor del chocolate caliente impregnaba la casa. El fuego ardía con fuerza y la familia se había reunido en torno a él, riendo e intercambiando regalos. Aquellas eran las Navidades de sus sueños.

De repente, llamaron a la puerta. Liam la abrió con cautela y se asomó al exterior. No había nada. Miró hacia la oscuridad, pero solo alcanzó a ver algunas estrellas furtivas colándose entre las nubes. Entonces se oyó otro sonido procedente del exterior: un leve susurro que venía de desde detrás del cobertizo. El corazón de Liam sintió un escalofrío cuando el viento helado se coló en la cabaña. 

Tras el cristal, un relato navideño de terror

Dio unos pasos fuera y notó que el susurro se hacía más fuerte. Ahora parecía provenir de los árboles cercanos a la cabaña. Se acercó con cautela y, a medida que lo hacía, el susurro se hacía cada vez más fuerte. De repente, el susurro cesó y todo lo que quedó fue un silencio espeluznante.

Liam regresó a la cabaña, conmocionado y confundido por lo que había oído. Estaba abriendo de nuevo la puerta cuando sintió que una mano fría le agarraba del hombro y se dio la vuelta. Frente a él había una figura alta vestida de negro. Su rostro quedaba oculto bajo una capucha y sus ojos brillaban rojos en la oscuridad. 

La figura extendió la mano y le entregó un pequeño paquete. Aturdido, Liam lo abrió y extrajo una bola de nieve de esas que se venden en las tiendas de souvenirs. En el interior de la bola había representada una escena de un bosque con una pequeña cabaña y tres figuritas que simulaban las de una mujer y dos niños. Cuando levantó la mirada, la figura había desaparecido en la noche.

Aterido por el frío, Liam decidió no darle más importancia y regresó dentro de la cabaña. Tras cerrar la puerta se dio cuenta de que su esposa y sus hijos ya no estaban a la mesa. Los regalos habían quedado abandonados en la alfombra. El chocolate se derramaba ya frío sobre el mantel. Con una punzada de angustia, los llamó por sus nombres, entró en las habitaciones, en el baño, los buscó por toda la casa, hasta en el oscuro y húmedo sótano, pero no estaban. Habían desaparecido. Horrorizado, dejó caer la bola de nieve que aún sostenía en la mano y esta rodó por el salón provocando un alud de purpurina blanca sobre la diminuta cabaña de su interior.

Afuera la tormenta empezó a arreciar con fuerza. Liam quiso salir a buscar a su familia, pero la puerta de pronto estaba atascada. Desconcertado y en estado de shock, pegó la cara al cristal de la ventana tratando de ver a su familia en el bosque, un bosque que de pronto parecía gigantesco, salvaje y oscuro tras el cristal.

 

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